Sueños de un Koala

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Sueños de un Koala

Eva no soportó un golpe de calor en el interior de un coche al sol

Una amplia variedad de colores y figuras en movimiento pasan por sus pequeños ojos, llenos de vida y de ganas de descubrir mundo. Sentada en su sillita infantil, dentro del coche, va feliz y distraída, admirando esos paisajes de un mundo que aun desconoce. En esa silla de princesa, como sus padres le habían dicho, se siente especial, junto a su pequeño koala, el cual abraza con enorme ternura. Sus papás han decidido detenerse para hacer unas compras rápidas, no nos llevará más de 15 minutos antes de volver a casa, pensaron ambos. Es verano, un mes de junio con un calor no especialmente sofocante. La pequeña, está inmersa en una dulce conversación con su gran compañero marsupial, al cual le va relatando en ese lenguaje tan mágico, propio de una niña de algo menos de 2 años, todas las aventuras y experiencias vividas en el colegio. El coche se para y se queda en la inmensidad de un parking del centro comercial sin sombras que lo cobijen.

  • ¿Nos llevamos a la nena?-, dice la madre.
  • Será sólo un momento-, comenta con seguridad el padre, cuyas palabras suenan convincentes.
  • Vale, pero démonos prisa, que no me gusta que se quede sola-, ahora mismo venimos cielo, no tardamos nada.

La pequeña ajena a la conversación de sus padres, ve como cierran la puerta y se alejan del coche. Tras un suspiro de resignación decide continuar contando a su amigo del alma sus múltiples aventuras vividas ese día.

Es un coche familiar, sin lunas tintadas y con un aire acondicionado que sólo ventila, pues necesita una recarga, por las rejillas no sale aire frio. Apenas han pasado 10 minutos y la niña empieza a estar incomoda, intenta moverse de un lado a otro de la silla, pero el arnés, bien anclado y cumpliendo su función, le limita sus movimientos. El coche va concentrando más calor y la temperatura va en aumento. La sensación de calor y malestar en nuestra pequeña Eva interrumpe la conversación con su amigo e intenta zafarse de aquella silla infantil sin éxito. El sudor impregna de una humedad incomoda toda su ropa y empieza a notar mucho calor en la cabeza, lo cual le desemboca en un dolor que no puede controlar. Ese sol alegre, divertido y feliz, rodeado de nubes que había visto el día anterior en un cuento, ahora le parece un monstruo del cual se quiere desprender. Asustada de no saber lo que está pasando decide utilizar la única arma de la que dispone, el llanto, con el fin de llamar la atención de sus papás, mirando incesante por la ventanilla, en busca de esas caras tan familiares, que tantos besos y miradas de ternura le han dado, pero sus papás no llegan….

  • Vaya cola de gente que hay para pagar-, dice su madre inquieta…

Nuestra pequeña intenta llorar más fuerte, pero cada vez le cuesta más respirar, su corazón va más lento y la sensación de sed se hace insoportable; desearía volver a coger ese biberón de leche fresquito, de cuyo placer tantas veces había disfrutado. Mira a su koala en busca de ayuda, con esos ojos vidriosos, llenos de lágrimas, que describen la impotencia y desesperanza de una niña que apenas puede moverse.

La deshidratación y la hipertermia terminan con las pocas fuerzas que le quedan por luchar y le envuelve en un profundo sueño, sus ojos poco a poco se cierran, cerrándose así todos los sueños, ilusiones y proyectos de una vida que apenas acababa de empezar…

Por fin nos toca, dice el padre, mirando a la cajera con ojos de ira e impaciencia. ¡¡¡¡Al pasar por la última sección de productos se queda absorta mirando un chupete de golosina…!!!!EVA!!!!! exclama con un grito desgarrador!!!! Ambos padres salen a toda velocidad, soltando todas las bolsas, derramando todo lo comprado por el suelo. Habían perdido la noción del tiempo y lo que iban a ser 15 minutos se convirtió en algo más de una hora, tiempo suficiente para que aquel coche llegara a los casi 50 grados. Tras la ventanilla podían ver a la pequeña Eva, su cara refleja el agotamiento de haber librado una lucha encarnizada por ganar la batalla por la vida. El padre golpea con fuerza y rabia la ventanilla, el terrible calor acumulado le produce una quemadura en el brazo, intenta despertarla agitando el inerte cuerpo de la pequeña. Los desgarradores gritos de la madre retumban con fuerza entre la multitud de gente que se va acercando. Los protocolos se activan, la policía, los sanitarios, pero nuestra pequeña Eva ha iniciado su viaje lejos de la vida.

El estrés, las prisas, las responsabilidades, la escasez de tiempo pueden ser armas peligrosas que, si no sabemos manejar adecuadamente, pueden provocar trágicas consecuencias. Con 30 grados en el exterior de un mes de verano, la temperatura de un coche sin refrigeración puede alcanzar en una hora los 42 grados, llegando a 60 grados en 2 horas.

No siempre lo urgente es lo importante, nuestros hijos, nuestros ángeles, deben ser siempre eje esencial de nuestra vida y nuestras decisiones, puesto que somos responsables de su salud y son el futuro de nuestras generaciones.

Autor: José María Arévalo La Calle

Presidente Sociedad Española de Atención al Paciente Crítico

 

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Este relato está destinado a todos aquellos que tienen niños cerca y de alguna forma los llevan en el coche o comparten con ellos trayectos. Con este relato se pretende acercar una realidad que cada verano roba la vida de algún niño en el interior de un coche por un golpe de calor. Sueños de un Koala representa una de las múltiples realidades que pueden hacer que un niño se quede solo en el coche al sol, en los últimos años al menos 26 niños han perdido la vida en Europa por un golpe de calor en el coche, en el 81 % de estos casos los padres alegaron que no se percataron de dejar al niño solo en el coche mientras que el 11 % lo hicieron de forma consciente sin saber las trágicas consecuencias que podría tener para el pequeño.

¿Qué sucede en un golpe de calor?

“El hipotálamo es el principal regulador a nivel del sistema nervioso de la termorregulación. Así́, un aumento de temperatura corporal de origen externo (ambiental), provoca una respuesta que consiste en un aumento de la sudoración, una vasodilatación cutánea y un descenso del tono muscular con descenso de la producción de calor. Los niños pequeños, por su inmadurez, son muy sensibles a temperaturas elevadas porque aun no tienen bien desarrollada la termorregulación”. José María Arévalo La Calle.

“La hipertermia mayor de 40 grados de origen ambiental provoca afectación progresiva de muchos órganos: muscular, cardiovascular, renal, pulmonar, neurológico… llevando a la muerte del niño, ya que, temperaturas por encima de 42 grados, conllevan la muerte celular. Es esencial elaborar campañas de prevención dirigidas a todos los ciudadanos y, especialmente, a los padres, pues la afectación en el cuerpo de un niño de este tipo de temperaturas tan elevadas puede conllevar trágicas consecuencias en tiempos relativamente cortos”. José María Arévalo La Calle.

Situaciones en las que puede sufrir un golpe de calor un niño

En RiveKids hemos realizado un estudio en el que representamos 4 situaciones diferentes y cotidianas en las que podemos dejar de forma consciente o inconsciente a un niño solo en el coche al sol.

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